DÉCIMAS De nuevo perdí la ruta navego por los desiertos camino por mares muertos la noche entera se enluta El sol se metió en su gruta los mares se hunden mojados yo soy un nervio de atados un llanto largo y profundo No sé por qué me confundo con tus amores cansados De noche muestra la luna su rostro alumbrado y triste el cielo al fin se desviste la muerte mece su cuna Que al fin la mala fortuna se vaya a dormir un rato se quite traje y zapatos se olvide de mi existencia Que yo frente a su sentencia declaro mi desacato La vida es viaje fecundo si hay puentes hacia los otros Volaste el que había en nosotros, te fuiste por esos mundos El frío cayó rotundo Tu olvido mostró los dientes No sabes cómo se siente temer este miedo mudo Pasado el sueño a futuro no sé vivir el presente
lunes, 14 de julio de 2014
Pedro Aznar
domingo, 13 de julio de 2014
San Juan de la Cruz
CÁNTICO
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de veras;
no quieras enviarme
de hoy más mensajero
que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjanme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viendo donde vives,
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no aparezca nadie en la campiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, astro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran tus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
poblad los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu faz a las montañas,
y no quieras decidlo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.
A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores:
Por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada;
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.
Nuestro lecho florido,
de cueva de leones enlazado,
en púrpura teñido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes recorren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que, andando enamorada,
me hice perdediza y fui ganada.
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que veían.
No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las verdes riberas ha hallado.
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
El aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
San Juan de la Cruz
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de veras;
no quieras enviarme
de hoy más mensajero
que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjanme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viendo donde vives,
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no aparezca nadie en la campiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, astro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran tus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
poblad los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu faz a las montañas,
y no quieras decidlo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.
A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores:
Por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada;
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.
Nuestro lecho florido,
de cueva de leones enlazado,
en púrpura teñido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes recorren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que, andando enamorada,
me hice perdediza y fui ganada.
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que veían.
No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las verdes riberas ha hallado.
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
El aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
San Juan de la Cruz
sábado, 12 de julio de 2014
Charlie Haden, mucho más que un contrabajista de jazz
El ilustre y filosófico pionero del free jazz falleció el pasado viernes en Los Ángeles
Archivado en:
La trayectoria vital y artística de Charles Edward Haden (Shenandoah, Iowa, 6 de agosto de 1937) aparece unida a la de aquellos con quienes compartió escenario y/o estudio de grabación: Keith Jarrett, Carla Bley y, antes que ningún otro, Ornette Coleman. Junto con el trompetista Don Cherry y el baterista Billy Higgins, Haden formó parte del controvertido cuarteto del saxofonista que conmovió los cimientos de la escena jazzística en los primeros años sesenta: “Ornette me enseñó a no pensar en categorías ni en géneros sino en belleza y en crear algo nuevo que no existía antes”.
Finalizando la década, creó la Liberation Music Orchestra, agrupación que introdujo al jazz en los terrenos de la agitación política sobre un repertorio que combinaba las canciones de la Guerra Civil española con los himnos pacifistas y las melodías revolucionarias latinoamericanas (La Pasionaria, We shall overcome…). Décadas más tarde, su fundador se vería “en la obligación” de retomar la iniciativa: “he vuelto con la Liberation porque seguimos viviendo en un mundo donde reina la crueldad, la avaricia y la devastación; un mundo gobernado por mentalidades cerradas, el ejemplo perfecto es Bush. Por eso, ahora más que nunca, necesitamos de la belleza”.
Su idea de un jazz descentralizado le llevó a tocar a dúo con el guitarrista de fado Carlos Paredes y con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. “Me encantaría tocar con Paco de Lucía”, declaraba con ocasión de su última visita a Madrid, “pero tengo entendido que es muy difícil”. Su participación en el primer Festival de Jazz de Cascais el 20 de noviembre de 1971 junto al cuarteto de Ornette Coleman, terminó con su detención y posterior traslado a la Direcção-Geral de Segurança de la policía salazarista, después de que el contrabajista dedicara una de sus interpretaciones “a los movimientos de liberación en Angola y Mozambique”. Haden fue “invitado” a plasmar su arrepentimiento en un documento firmado, tras lo que se le expulsó del país llevando consigo la grabación de la pieza en cuestión —Song for Che— oculta en un bolsillo de la gabardina. Ésta vería la luz en su disco Closeness.
En el año 1989, el Festival de Jazz de Montreal dedicó al contrabajista 8 jornadas seguidas, con un programa distinto cada noche y los músicos y el repertorio a la libre elección del homenajeado (The Montreal tapes). En junio de 2007, Haden se presentó en nuestro país con la más clásica de sus formaciones, Quartet West, celebrando el 20º aniversario de su fundación: “me acababa de mudar a Los Ángeles después de 20 años viviendo en Nueva York y a mi esposa se le ocurrió que sería una buena idea crear una banda con músicos de la ciudad”. Ese mismo año viajó a Nashville para grabar un sorprendente homenaje al country & western: Rambling boy. Haden y Metheny volvieron a reunirse en 2013 para la grabación de la B.S.O. de Vivir es fácil con los ojos cerrados, la película de David Trueba que se alzó con un Goya a la mejor música original.
lunes, 7 de julio de 2014
Roberto Bolaño
Lee a los viejos poetas.
Lee a los viejos poetas, hijo mío
y no te arrepentirás.
Entre las telarañas y las maderas podridas
de barcos varados en el Purgatorio
allí están ellos
¡cantando!
¡ridículos y heroicos!
Los viejos poetas
Palpitantes en sus ofrendas
Nómades abiertos en canal y ofrecidos
a la Nada
(pero ellos no viven en la Nada
sino en los Sueños)
Lee a los viejos poetas
y cuida sus libros
Es uno de los pocos consejos
que te puede dar tu padre
Biblioteca.
Libros que compro
Entre las extrañas lluvias
Y el calor
De 1992
Y que ya he leído
O que nunca leeré
Libros para que lea mi hijo
La biblioteca de Lautaro
Que deberá resistir
Otras lluvias
Y otros calores infernales
—Así pues, la consigna es ésta:
Resistid queridos libritos
Atravesad los días como caballeros medievales
Y cuidad de mi hijo
En los años venideros
(Dos poemas para Lautaro Bolaño - Roberto Bolaño)
‘Biblioteca’ y ‘Lee a los viejos poetas’ fueron escritos inmediatamente después de salir del Hospital Valle Hebrón, en Barcelona, en el verano de 1992, o tal vez cuando aún estaba allí, con los viejos de hígados destrozados, con los enfermos de sida y con las muchachas que ingresaron por una sobredosis de heroína y a partir de entonces -el pabellón estaba lleno de predicadores de todo pelaje- reencontraron a Dios. Son dos poemas muy sencillos, bastante torpes en la ejecución y con voluntad de claridad en el significado. El destinatario original del mensaje es mi hijo Lautaro -estas palabras, en el fondo, también son para él. Ambos poemas recogen no sólo buenos deseos y buenos consejos. Desesperado con la perspectiva de no volver a ver a mi hijo, ¿a quién encargar de su cuidado sino a los libros? Es así de simple: un poeta pide a los libros que amó y que le inquietaron, protección para su hijo en los años venideros. En el otro poema, por el contrario, el poeta pide a su hijo que cuide de los libros en el futuro. Es decir que los lea. Protección mutua. Como el lema de una banda de gángsters invicta.
(Roberto Bolaño - Blanes, enero de 1993).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)