domingo, 12 de noviembre de 2017

Marguerite Yourcenar - Los Inmortales



Nunca sabrás que tu alma viaja

Dulcemente refugiada en el fondo de mi corazón,

Y que nada, ni el tiempo ni la edad ni otros amores,

Impedirá que hayas existido.


Ahora la belleza del mundo toma tu rostro,

Se alimenta de tu dulzura y se engalana con tu claridad.

El lago pensativo al fondo del paisaje

Me vuelve a hablar de tu serenidad.


Los caminos que seguiste, hoy me señalan el mío,

Aunque jamás sabrás que te llevo conmigo

Como una lámpara de oro para alumbrarme el camino


Ni que tu voz aún traspasa mi alma.

Suave antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu;


Aún vives un poco porque yo te sobrevivo.


-Marguerite Yourcenar-


El Fantasma y la señora Muir una película de Mankiewicz

"Cómo te hubiera gustado el cabo Norte, y los fiordos al sol de medianoche… y navegar entre los arrecifes en Barbados donde el agua azul se torna verde...”. Según las creencias budistas hay una zona intermedia entre la vida y la muerte donde van a dar los seres que se niegan a reconocer su propia extinción. ¿Quién no ha tenido en un momento de su vida la sensación de percibir una misteriosa presencia a su lado? La presencia de seres queridos ya desaparecidos que ya no vemos pero que sentimos, que están presentes en nuestros pensamientos. Como una sombra que se aferra a nosotros y parece decirnos: sigo aquí, no me ido, por favor no te olvides de mí… “Lo que nos hemos perdido, Lucy. Lo que nos hemos perdido los dos. Adiós querida mía…”, es la amarga despedida del fantasma capitán Gregg (Rex Harrison) a una dormida y bellísima señora Muir (Gene Tierney). A partir de ese momento su relación será un sueño. El sueño de una vida maravillosa que hubieran podido conocer juntos. El sueño del amor más allá de la muerte (lo que Quevedo llamó "polvo enamorado"). ¿Es el capitán Gregg realmente un fantasma o tal vez sólo la proyección de los anhelos de la Sra. Muir? No lo sé. Pero el capitán Gregg se convertirá a partir de ese instante en la imagen soñada de una mujer que busca su independencia en una casa junto al mar; porque "Al menos el mar no engaña, obliga a mirar las cosas de frente". Viento, deseo, soledad, amor, mar (Muir significa mar en gaélico)… y el lamento por “todos esos momentos que se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”, como decía el replicante Roy Batty poco antes de morir (¿se inspiró Ridley Scott en esta escena para el final de su Blade Runner?). Otra pregunta difícil de responder. Pero lo que sí es cierto, en esta fusión de lo fantasmal con lo real del día a día, es que en “El Fantasma y la Sra. Muir” de Joseph L. Mankiewicz, no hay roces, ni caricias… pero si mucho amor, mucha dulzura y sobre todo mucha belleza; y como dejó escrito JRJ: “Bello es lo que el tiempo no hace vulgar”.
Jorge Sánchez