miércoles, 8 de abril de 2020

"El amenazado" Jorge Luis Borges y "Alma mía" Salvador Sobral

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

BORGES



domingo, 2 de febrero de 2020

Mis padres siempre me hicieron sentir a salvo, como intocable por la desgracia, lejana a todo lo que fuera caos y tristeza. Me dieron una infancia rodeada de amor, risas y comodidades.
Sentía como una caricia la envidia ajena y me gustaba saber que era la única niña del pueblo que hacía ciertas cosas como veranear dos meses o tener una casa enorme con dos pianos en la plaza del pueblo.
Pero lo más importante que me inculcaron no fue esa tranquilidad económica sino la seguridad de que sólo la cultura proporciona una felicidad grande. Sólo entender de música te ayuda a disfrutarla más, y lo mismo que con la música, con la botánica la pintura o la literatura.
MCC