miércoles, 9 de noviembre de 2016

Keith Jarrett Be my love


La Princesa Prometida



"Te amo -le dijo Buttercup-. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de ti, agraviarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y cada segundo que pasa te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre, media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad".

La Princesa Prometida

Pilar Blanco Díaz



Hay quienes justifican su existencia con perseguir un ideal, una ambición, una meta cruel, un destino insobornable.

Los que se entregan a una patria, al bien común o propio, al mal para los otros, al poder, a la farsa, a un desengaño. A Dios, al juego, al poderoso caballero don dinero.

Hay quienes se prodigan en fiestas y promociones, los que se venden, los que todo lo compran. Aquellos que anhelan y eso les quita el sueño. Los que se conforman con el pan duro de su día a día a ras de tierra.

Hay pusilánimes y temerarios. Gente de buen y mal pasar. Quienes han nacido para hacer daño, para hacer el indio, para hacer el bien. Para dejar grandes obras. Para dejar porquerías que ellos creen grandes obras. Para escuchar, para hacerse oír. Para devorar o para ser las víctimas necesarias que dan a los victimarios su razón y su látigo.

Hay cobardes que miden el mundo con la vara de su miedo. Aventureros que lo hacen con la de su tedio. Tantos siglos a rastras dan para mucho "hay". Para mucho "ay" también. Pues venimos al mundo por miles, por millones, cada cual con su pan o con su pena. Ninguno con la llave de la jaula.

Yo he venido al mundo para amar. Para ser amada. Y sin amor me importan una higa la poesía y el semejante, si el otoño mueve las hojas como alas aleves de leves abanicos, las obras completas de don Ramón María del Valle Inclán o las sotilezas iluminadas de santones y patriotas y padres padrones de la Cosa Suya.

Allá muevan feroz guerra ciegos poetas

por un palmo más de gloria.

Mi tierra es la que media entre su piel y la mía. Entre su alma y la mía.

Omnia vincit amor.

Pilar Blanco Díaz

viernes, 5 de agosto de 2016

Slawomir Mrozek.



EL SOCIO

Decidí vender mi alma al diablo. El alma es lo más valioso que tiene el hombre, de modo que esperaba hacer un negocio colosal.

El diablo que se presentó a la cita me decepcionó. Las pezuñas de plástico, la cola arrancada y atada con una cuerda, el pellejo descolorido y como roído por las polillas, los cuernos pequeñitos, poco desarrollados. ¿Cuánto podía dar un desgraciado así por mi inapreciable alma?

-¿Seguro que es usted el diablo?- pregunté.

- Sí, ¿por que lo duda?

- Me esperaba al Príncipe de las Tinieblas y usted es, no sé, algo así como una chapuza.

- A tal alma tal diablo -contestó-. Vayamos al negocio.

Slawomir Mrozek.

ANTONIO COLINAS. Segundo tratado de Armonía.




"Si alguna vez te olvido, recuérdame en el azul de nuestras noches. En él no hay olvido, porque azules son las venas por donde va la sangre de la memoria de ti y de mí".


ANTONIO COLINAS.

"Segundo tratado de Armonía".

jueves, 16 de junio de 2016

Alejo Carpentier, Los pasos perdidos.


Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.


Alejo Carpentier, Los pasos perdidos.