domingo, 17 de noviembre de 2013

Anne Fatosme


No me contamines tu humor negro,
ni tu rabia, ni tu desgana,
no me succiones con el fango de tu mundo,
ni acalles en mí el ruido de la vida,
ni rompas mi vuelo
ni el vaivén de las olas
que en mí nacen
donde se estanca tu miseria.
Del muro de Anne Fatosme

F. de Quevedo

La necesidad de agotar el disfrute del amor presente, a causa de la fugacidad de la vida, es un tema frecuente en la poesía greco-romana, resumido en el "Carpe diem" de Horacio. De ella ha pasado a las literaturas modernas. Un ejemplo de la literatura española son estas estrofas del "Idilio" de Quevedo:

Goza la luz del día,
que no hay rienda que pare al Tiempo leve;
y es tal su tiranía,
que ningún ruego ni oración le mueve.
Atropella tesoros y belleza;
ni vuelve atrás, ni aguarda, ni tropieza.[...]
Coronemos con flores
el cuello, antes de que llegue el negro día.
Mezclemos los amores
con la ambrosía mortal que la vid cría.
Y de los labios el aliento flaco
nos acuerde de Venus y de Baco.

F. De Quevedo.

Pablo Neruda

Tu risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí
todas las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si
de pronto ves
que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.

Pablo Neruda

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ser maestra con Celaya y Chopin.

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca.
Hay que medir, pesar, equilibrar...,
y poner todo en marcha.
Pero, para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
Gabriel Celaya.