domingo, 2 de febrero de 2020

Mis padres siempre me hicieron sentir a salvo, como intocable por la desgracia, lejana a todo lo que fuera caos y tristeza. Me dieron una infancia rodeada de amor, risas y comodidades.
Sentía como una caricia la envidia ajena y me gustaba saber que era la única niña del pueblo que hacía ciertas cosas como veranear dos meses o tener una casa enorme con dos pianos en la plaza del pueblo.
Pero lo más importante que me inculcaron no fue esa tranquilidad económica sino la seguridad de que sólo la cultura proporciona una felicidad grande. Sólo entender de música te ayuda a disfrutarla más, y lo mismo que con la música, con la botánica la pintura o la literatura.
MCC