sábado, 19 de abril de 2014

Gabriel García Marquez

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
(Gabriel García Márquez 6 de marzo de 1927-17 de abril de 2014)

Macondo entero está desolado.
Mi llanto se une al de ellos.
Todo lo que he aprendido,
todo lo que he leído,
se lo debo en gran parte.
Tantos años de soledad
que llegaron a cien.
Y ahora lloro su pérdida,
mientras él está descansando,
descansando de nosotros.

2 comentarios:

Humberto Dib dijo...

Un gran homenaje.
Un fuerte abrazo.
HD

Aiko-san dijo...

Gracias Humberto.
Un abrazo también para ti.
Tu comentario es el primero en mi blog.
Bienvenido.