En
1934, Antoni Benaiges (Mont-Roig del Camp, 1903-La Pedraja, 1936) llegó a
Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos, para ocupar su plaza de
maestro en la escuela. Durante
dos años, entre 1934 a 1936, impartió sus clases a 32 alumnos. El 25 de julio
del 36 lo fusilaron. Se cree que sus
restos están en la fosa de La Pedraja, junto a decenas de otros cuerpos.
“Mientras
veía las fases de una exhumación, dio la casualidad de que pasase por allí una
persona que dijo: ahí debe estar el maestro de mi pueblo. A partir de ahí
empecé a tirar del hilo y vi que ese maestro era de un pueblo de Tarragona,
Mont-Roig del Camp, que había puesto en práctica una técnica pedagógica
revolucionaria, la metodología Freinet, que por primera vez situaba al niño
como centro en el proceso de enseñanza”, explica el fotógrafo Sergi Bernal, que
ha ilustrado el libro.
Antoni
Benaiges era un maestro diferente: animaba a niños y niñas a pensar y a
participar, jugaba con ellos y les ponía música. Traía con él un nuevo método
educativo: la técnica Freinet, que usaba la imprenta como herramienta de aprendizaje,
por lo que se incorporó al aula una imprenta en la que los alumnos fueron
elaborando unos cuadernillos donde iban escribiendo sus redacciones. En
la imprenta de la escuela se imprimieron trece publicaciones. Una de ellas, de
enero de 1936, se tituló 'El mar. Visión de unos niños que no lo han visto
nunca'. En él se puede leer el texto de una alumna, Lucía Carranza, que
escribió estas palabras cuando era una niña: “El mar será muy grande, muy ancho
y muy hondo. La gente va allí a bañarse. Yo no he visto nunca el mar. El
maestro nos dice que iremos a bañarnos”.
A raíz de este trabajo, Benaiges prometió a sus alumnos que, ese verano,
les llevaría a ver el mar.
Escuela de Bañuelos de Bureba con una fotografía de los alumnos. |
Estas
líneas han inspirado el título del libro `Desenterrando el silencio. Antoni
Benaiges, el maestro que prometió el mar´, editado por Blume. Un libro ilustrado escrito por Françesc
Escribano y con imágenes de Sergi Bernal que se lee como una novela. A
la entrada de la escuela en la que impartió sus clases en Bañuelos de Bureba, y
que fue bautizada con su nombre, se pude leer una placa que dice: “Respetemos
al niño que sea niño y sienta, luego, la necesidad de ser hombre”.
Del blog "La invención de lo humano"
Del blog "La invención de lo humano"
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